Saruman el blanco

Sunday, April 23, 2006

Historia de Saruman el blanco

Saruman fue antaño un noble mago, maestro del Concilio Blanco, que tenía la misión de impedir que Sauron pudiera recuperar el Anillo Único. Sin que los demás miembros del concilio lo supieran, se alió con Sauron y ansió el Anillo para sí.

Pocas cosas hay en el mundo que merezcan ser más lamentadas que el destino de un ser noble que acaba por alejarse del sendero de la Luz. Algunos lo hacen porque no tienen más alternativa, ya sea porque sus acciones están motivadas por la desesperación o por el deber de cumplir con una responsabilidad más alta, pero otros porque ansían riquezas o conocimientos. Sin embargo, los casos más tristes son aquellos cuya caída en la Oscuridad es motivada por un orgullo desmedido, poseídos por la sensación de que su existencia tiene un valor e importancia primordiales en el entramado del universo. Por suerte, estos son los más extraños entre todos los traidores, aunque son capaces de sembrar la ruina a una escala inimaginable. Durante la Primera Edad del mundo, cuando Morgoth arrojó su sombra sobre toda la tierra, fueron muchos los que cayeron presa de los dictados de la soberbia, pero hoy quiero hablar de acontecimientos más recientes, de la historia de Curunír, de Saruman el Blanco. Dado que las acciones que llevó a cabo en los últimos años están muy bien documentadas, me limitaré a relatar los acontecimientos ocurridos tiempo ha.
Fue a mediados de la Tercera Edad, cuando la influencia de Sauron volvía a estar de nuevo en auge, que los Magos aparecieron por primera vez sobre la Tierra Media. Solo puedo nombrar a tres de ellos, si bien entre los Sabios se tiene entendido que fueron como mínimo cinco. Todos ellos vinieron de más allá del mar dividido para combatir el creciente poder del Señor Oscuro. Cada uno ostentaba un grandísimo poder, pero lo exhibían de formas diferentes. El más joven de la orden, Radagast, era amigo de todas las aves y animales de la Tierra Media, estaba versado en sus idiomas y conocía a la perfección todas sus formas y colores. Por el contrario, Olórin, que en las tierras occidentales llegó a conocerse por el nombre de Gandalf, fue un viajero que se centró en la gente de la Tierra Media y que fue un erudito de su historia y de sus idiomas. No obstante, la historia que aquí nos concierne es la del dirigente de la orden, Curunír o Saruman el Blanco.
Incluso en aquellos tiempos tan pretéritos, a Saruman ya le intrigaban los mecanismos que movían el mundo.
Le interesaban mucho el metal y los engranajes y era un observador muy inteligente que veía las cosas solo en términos de su posible utilidad. Para él, las rocas, los árboles, los hombres, las aves y los animales no eran más que fulcros y palancas que solo requerían ser accionados adecuadamente para realizar cambios. Siempre investigó el devenir de la historia en busca de patrones subyacentes y cómo el cambio del destino de un individuo podía llegar a determinar los destinos de muchos otros. Al contar con tantas cualidades y conocimientos a su disposición, llevó a a cabo multitud de nobles hazañas, ya que sus profundos estudios le daban una apariencia de presciencia a la altura de los Elfos de antaño. Por ello no es de extrañar que Saruman ascendiera rápidamente hasta convertirse en el maestro del Concilio Blanco, la gran reunión de los Sabios. El concilio se había impuesto la misión de impedir que Sauron recuperara el Anillo Único, el paradero del cual era por aquel entonces desconocido.
Por desgracia, la presunción de Saruman ya era terrible entonces, pues creía que podía someter el Anillo Regente a su voluntad. A pesar de estar al mando del concilio, empezó a envidiar a Gandalf, pues era consciente de que la sabiduría del Peregrino Gris era superior a la suya y de que su opinión tenía más peso entre los demás miembros del concilio y entre la gente común de la Tierra Media. La verdad es que si Gandalf hubiera deseado hacerse con el mando del concilio lo habría conseguido casi con total seguridad, pero ello no entraba dentro de sus ambiciones. Carcomido por su propio engaño y por la atracción que sentía por el Anillo, Saruman empezó a temer a Gandalf, ya que le preocupaba que el Mago Gris pudiera detectar su creciente obsesión por el Anillo de Sauron.
Dados los acontecimientos que acabarían por suceder más tarde, es improbable que Gandalf supiera más de lo que decía, pero Saruman estaba acechado por sus propios miedos, así que empezó a espiar a Gandalf. Al final acabó por descubrir el interés que su camarada tenía en la Comarca y decidió descubrir la razón de aquel interés a base de espionaje e investigación. Lógicamente, por aquel entonces Gandalf no tenía ninguna razón para visitar la Comarca que Saruman pudiera considerar sospechosa, ya que para él solo era un lugar en el que poder pasar el tiempo en buena compañía. Pero Curunír no acabó de creérselo. En realidad, por aquel entonces las acciones de Saruman no tenían nada de malignas y tan solo puede considerarse un desvarío motivado por su desmesurada arrogancia. A pesar de todo, Saruman comenzó a ver enemistad donde no la había y las opiniones del concilio empezaron a estar divididas en lugar de unidas.

Saruman se consideraba en una carrera no solo contra Sauron, sino también contra los miembros del Concilio Blanco. Consideraba que el concilio carecía de la valentía necesaria como para aprovechar la oportunidad que se le presentaba, la posibilidad de hacerse con el Anillo de Sauron y usarlo contra él. Su punto de vista no tardó en convertirse en desdén por sus camaradas y, a partir de aquel momento, la voluntad de Saruman se endureció frente al concilio al considerar a sus miembros débiles y no merecedores del poder que tenían en sus manos, si bien intentó por todos los medios ocultarles sus verdaderos pensamientos.
Y así fue como Saruman empezó a impedir los intentos del concilio de hacer frente a Sauron. Saruman veía al Anillo como el instrumento mediante el cual podría imponer su voluntad no solo en el concilio, sino sobre toda la Tierra Media desafiando el poder de Sauron. Para él ya no había diferencia entre aliados y enemigos, pues todos iban a impedirle hacerse con el Anillo, de modo que debía enfrentarse a todos. Empleó sus habilidades para manipular los acontecimientos durante más de cien años utilizando su influencia sobre el concilio y, de esta forma, sobre todo el mundo para así crear una situación en la que ni sus ignorantes aliados ni su enemigo pudieran llegar a obtener la victoria completa y, lo más importante de todo, llegar a hacerse con el Anillo.
En como mínimo una ocasión, Gandalf aconsejó a los Sabios atacar Dol Guldur, que entonces era una de las principales fortalezas del Señor Oscuro, pero Saruman vetó la decisión. Solo cuando las fuerzas de Sauron empezaron a rastrear la zona donde Isildur había sido asesinado, Saruman accedió al fin temiendo que el Señor de Mordor pudiera encontrar el Anillo Regente. Para aquel entonces, la posesión del Anillo debió de haber empezado a obsesionar gravemente a Saruman, ya que redobló sus esfuerzos en un intento desesperado de mantener su ventaja. Empezó a usar el palantir de Orthanc que había encontrado encerrado en Orthanc al acomodarse allí para así espiar las intenciones de Sauron (dándole muy poca importancia a los peligros que entrañaba dicha empresa) y, a partir de entonces, no está claro cuántas de sus acciones fueron perpetradas verdaderamente por él y cuántas fueron meros caprichos de un manipulador mayor que él.
Cuando el Concilio Blanco se reunió por última vez, la discusión volvió a centrarse en los Anillos de Poder. Fue entonces cuando Saruman reveló conocer el destino del Anillo Único que había caído en el Anduin a la muerte de Isildur y que yacía perdido en el gran océano. Lógicamente, en realidad había llegado a manos de un tal Bilbo Bolsón de la Comarca, pero eso nadie lo sabía aún, ni siquiera Gandalf. Saruman, por su parte, no creía realmente que el Anillo se había perdido, pero tal vez vio que aquella era la manera más sencilla de despistar a los miembros del concilio. En caso de ser así, no lo consiguió, ya que incluso al retirarse a Isengard y empezar a fortificarse en previsión de la siguiente fase de acontecimientos y a reunir su propio ejército, Gandalf redobló su búsqueda del Anillo. El Concilio Blanco ya no volvería a reunirse nunca jamás.
La mayor parte de lo que ocurrió en los años siguientes es ampliamente conocido, por lo que no me extenderé en ello. Ya se ha escrito en otros lugares sobre cómo Saruman trató de conseguir el Anillo haciéndose enemigo tanto de Sauron como de Gandalf y sobre cómo invadió Rohan y acabó muriendo a manos de uno de sus vasallos. Lo que no suele comentarse es que, si no hubiera sido por su orgullo, Curunír podría haber sido (y de hecho lo fue durante un tiempo) una gran fuente de bondad en el mundo. El hecho de que decidiera abandonar aquel sendero en busca de fines prohibidos es por lo que será siempre recordado, al igual que por su arrogancia, debilidad y orgullo. No todas las acciones malignas empiezan con pensamientos malignos, pero la elección entre Luz y Oscuridad fue suya y solo suya.

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